En mis 32 años de docente de los cuales 15 me desempeñé como personal directivo, tengo una vasta y rica experiencia que no me quiero guardar, quisiera compartir con Uds.
Mi objetivo era lograr que mis alumnos se sientan felices en la escuela, que se entusiasmen con los conocimientos, que intercambien ideas, debatan. Que no estudien solo por complacer a los padres o maestros, al contrario, que estudiar sea un placer y se despierte en ellos el deseo de saber cada día más. En una palabra, que se conviertan en entusiastas investigadores del conocimiento.
Sabía que tenía que desarrollar las operaciones del pensamiento, pero para ello había que motivarlos.
Les cuento una de las ideas que se me ocurrió:
Estaba en su auge la película de ET, entonces un día, con la complicidad de mi directora, llegué al aula después de que mis alumnos ya habían entrado, cargada de papeles (fotocopias de la imagen de un marcianito), algo despeinada y agitada, les dije que me había encontrado con un niño diferente, que vivía en otro planeta y que quería aprender de ellos, les entregué las copias para que lo conocieran, en las mismas había una firma con el nombre "Robotín".
A partir de esta ficción, formamos equipos de trabajo donde desarrollábamos talleres muy interesantes.
Si me aceptan y les interesa les contaré algunos de ellos con los detalles de los mismos.
